miércoles, 27 de septiembre de 2006

IMPOSTA (Parte II)


Su mirada oculta tras la barrera del silencio, el poderío inmenso que lo levanta. Ya no hay personajes que lo observan. Ahora las miradas divergen desde un mismo punto volviendo al inicio al que pertenecen, mirada inquebrantable, suya solamente.
El rodeo de cuerpos incitando su coraje atraviesa el campo como penas desvanecidas que alinean el torbellino de lacra que lo persigue una vez, y otra vez más.
El dolor existe y en un segundo cicatrizan sus llagas como años pasan, dejados en plena arena, convertidos en polvo.

[Experiencias de un gigante] configuran al ser In-Humano que en sus ojos brillantes se contentaban por pertenecerles y con sabiduría guiarle cada paso.
Desnudo empieza, desnudo se sabe imperfecto, un tanto menos de cuanta vestimenta vulnerable lo cubrió.
Y sollozando a gritos alzó la voz:

[Mentiras a mis ojos]… , más mi alma te reconocerá y entonces yo sabré cuando el sol brille impetuoso y me cuente respondiendo mudo a mis palabras, tan solo las tuyas, tan solo tus palabras se las tragará la oscuridad y se estrellarán una y otra vez por tu desgraciada permanencia.

[Fallaras si me tocas]… , siendo mi piel la arcilla que mis ojos mojaron y bañaron en tu presencia y en tus miles de ausencias, haciendo de ella el muro en el que días tercos atravesar te empeñarás.
[Y madurando mi dolor]… , te perdono sin estar de acuerdo, no olvidando tus apariencias porque ninguna casualidad suavizará entonces tu delirante efigie tan poco transparente.


… Mi comienzo tuvo un fin… Y con este fin comienzo otra vez, momento que desluce tu vigor ante el mío y te combate únicamente con indiferencia, sin armas ni laberintos perpetuos, ya sabiendo sin decirlo, quién vencerá.

Y el cielo se encogió apacible sobre su espalda, iluminando con cada estrella su hermoso corazón, suavizando con la brisa cada rincón de su cuerpo, dibujando nuevas líneas cubiertas por la sangre eufórica que ahora recorren sus venas. Con ansias esperando el sol, abrazado por la calidez de la noche en aquella misma plataforma de combate cerraron sus ojos el día y soñando momentos dulces recibió el amanecer.

No estuvo el sol…

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